25 mar 2014

Menú Cuaresmal 2014

ORACIÓN POR LA VIDA



Padre, Tú eres la fuente de toda vida. Por Jesucristo, tu Hijo, ofreces la vida eterna a todo el que la desea. Nosotros creemos en esa vida, Padre. Te damos gracias por ella y esperamos con gozo el día en que podamos compartirla contigo.

Pero hoy te pedimos por la vida humana creada a tu imagen; la vida de todas las personas del mundo entero. Por tu amor y tu misericordia, santifica y fortalece nuestros esfuerzos por lograr que se respete y dignifique el fundamento de toda vida humana, especialmente por los jóvenes de nuestro mundo. Que tu rostro brille sobre nosotros y que en ti, la humanidad entera encuentre la felicidad y el valor de vivir en ayuda mutua, haciendo de esta vida un anticipo de la vida futura que gozaremos eternamente. Amén.

Fuente: blogcatolicogotitasespirituales

Piropos a Nuestra Madre la Virgen María


Tan elevada estás, María, sobre toda criatura creada en la tierra y en los cielos, que no hay frases tan sublimes que puedan proclamar las grandezas de tu nombre.

Eres Bendita entre todas las mujeres, Santísima entre todas las santas y Virgen entre todas las vírgenes.


Eres la Madre entre todas las madres, y así como tienes la gloria de ser la Madre de Dios, tienes la sencillez de ser la Madre de todos los hombres.


Tienes todos los encargos; los que llegan de Dios a los hombres, y los que llevas del hombre hacia Dios. 


Eres la abogada de todos y el mejor camino para llegar a Cristo, y de Cristo a Dios. 


Eres la amiga leal, la fiel compañera, la gran Señora que me abre las puertas del cielo.


Eres preciosa y bella como no hay hermosura igual. Tienes las estrellas en los ojos y resbala por tu frente la luz de la luna.

Todas las primaveras florecen en tu pelo y de tus manos brotan cascadas de gracias. 


Tienes el corazón encendido; tus palabras me abrasan y tus ternuras me sacian. 


¡Eres buena! 


Padre Javier Léoz

Canción dedicada a la Anunciación a María


Una preciosa canción de Marcela de la Garza: La Dama de Azul. Se basa en la Anunciación del Señor a través del ángel Gabriel a Nuestra Madre María.

Oración Virgen de la Cela


Madre, dame Tu mano y no me sueltes.
Déjame apoyarme en Ti al andar.
Enséñame el camino que sólo me conduzca
a Tu Hijo con quien anhelo un día estar.
Pídele a Él que perdone mis falencias,
mi falta de paciencia y también de piedad.
Que me dé fuerzas para sobrellevar el peso
de las injusticias que me hacen a menudo llorar.
Enjuga mis lágrimas con Tu dulzura de siempre.
Cubre con Tu manto mis penas y ansiedad.
Regálame la paz que de Tus ojos mana.
Y muéstrame las huellas del amor y la humildad.

21 mar 2014

Abecedario de San José


Abierto con todas las consecuencias a la voluntad de Dios.

Bueno en actitudes, de corazón y pensamiento.

Comedido en palabras pero valiente en sus decisiones.

Dándose con todas las consecuencias sin esperar nada a cambio.

Enfrentándose a las dudas de la noche y aguardando sin medida.

Gentil y afable, honrado y transparente en su camino.

Hombre fiel y solícito a lo reclamado de su persona.

Inmaculado en su ser y en su obrar.

Joven y dócil en espíritu.

Leal a Dios hasta el final de sus días.

Mirando siempre el bien de Jesús y María.

Nadando en las aguas de la sencillez, la obediencia y la humildad.

Obediente aun sin entender ni comprender.

Partícipe de las horas más grandes de Jesús.

Queriendo y respetando los designios salvíficos.

Resolviendo los primeros pasos de Jesús en la tierra.

Sencillo en su forma de vivir y entender la vida.

Tomando con generosidad los mandatos del Señor.

Uniendo  y tejiendo en torno a su hogar una misma familia.

Viendo con los ojos de la fe lo que acontecía en su existencia.

Xilófono con los tonos de la verdad, la paciencia y la austeridad.

Yacente en el último día de su vida con un corazón en paz.

Zambulléndose en las aguas de un amor incondicional a María.

Fuente: blogcatolicogotitasespirituales

Los Siete Dolores de Nuestra Madre


EJERCICIO DE LOS SIETE DOLORES
 DE LA MADRE DE DIOS

La Virgen Dolorosa

1.- La aflicción que causó a su tierno corazón, la profecía del anciano Simeón. (Avemaría.)

2.-La angustia que padeció su sensibilísimo corazón, en la huida y permanencia en Egipto. (Avemaría.)

3.-Las congojas que experimentó su solícito corazón, en la pérdida de su Hijo Jesús. (Avemaría.)

4.-La consternación que sintió su maternal corazón, al encontrar a su Hijo Jesús llevando la cruz a cuestas. (Avemaría.)

5.-El martirio de su generoso corazón, asistiendo a su Hijo Jesús en la agonía. (Avemaría.)

6.-La herida que sufrió su piadoso corazón, en la lanzada que abrió el costado de su Hijo Jesús. (Avemaría)

7.-El desconsuelo y desamparo que padeció su amantísimo corazón, en la sepultura de su Hijo Jesús. (Avemaría.)

Ruega por nosotros, 
Virgen dolorosísima, 
para que seamos dignos de las promesas 
de Nuestro Señor Jesucristo.

Fuente: blogcatolicogotitasespirituales

16 mar 2014

Oración San José del Padre Javier Léoz


No dijiste palabra alguna,
pero tus obras te delataron.
Tuviste espléndida esposa,
más, como hombre de fe,
la quisiste dejar para Dios.


En el horizonte de tu vida,
con singular belleza
con nítida luz
irradió la estrella de María;
pero, también la humildad de tu candil,
iluminó con el aceite de la sencillez,
con el destello de tu obediencia,
con el fuego de tu pobreza,
con la llama de la verdad.


Sí, José; ¡qué bien hablaste!
Te escuchó el cielo,
y a partir de ese momento,
Dios comenzó a escribir tranquilo:
el amor se hacía hombre en María,
el amor era custodiado por tu mano,
el amor era educado por tu inteligencia,
el amor era trabajado,
a golpe de cincel y martillo,
en el banco de tu ser carpintero.

Sí, José; ¡qué bien hablaste!
Nunca, un ángel,
llevó tan grata respuesta al cielo:
José cree y calla,
José espera y duerme,
José se fía y camina,
José obedece y despierta.
Nunca, un ángel de las alturas,
en un intento de descender sosiego,
recibió en respuesta
tu serenidad y tu paz como consuelo.


Tomaste a María como esposa.
Recibiste a Jesús como hijo.
Fuiste hombre de pocas palabras,
pero tus obras hablaron.

Oración Día del Seminario



15 mar 2014

La vida como mérito o como don - Reflexión



Hay dos maneras de ver la vida: como mérito o como don.

Cuando la vemos como mérito, nunca es suficiente
lo que se nos da y siempre estamos en actitud de que
los demás no hacen lo suficiente por darme lo que merezco;
yo pongo todo lo necesario para que los demás sean felices,
pero los otros no hacen nada para que yo sea feliz;
yo he cumplido, yo he hecho todo lo posible y nadie me paga
mi entrega, todos me deben, soy un acreedor de la existencia,
y no puedo pasarme la vida cobrando a todos los que me deben;
desde luego con una carga de amargura, de tristeza,

de desánimo y desesperanza. 

Esta visión de la vida nos conduce a estar inconforme frente
a todo, incluso frente a Dios, porque el mismo Dios debería
reconocer mis méritos, que siento que ya he ganado, incluso
los triunfos no podemos disfrutarlos en esta actitud porque
son facturas que nos están pagando, son derechos que hemos
adquirido. Desde luego en esta actitud de vida la soberbia
nos esclaviza y rivalizamos con los demás y todo lo veo
como agresión, todo es competencia y dejamos nacer el juicio,
y racionalizamos nuestros fracasos, justificamos nuestras caídas,

nos hacemos víctimas de la vida y de todo lo que nos rodea. 

Caminamos con una gran inseguridad teniendo la seguridad
en nuestros pequeños e intrascendentes logros. Esta visión
de la vida no me permite ver al otro porque me empeño en verme
a mí mismo, estoy más atento en lo que doy que en lo que recibo.
Lo que doy lo valoro mucho, lo que recibo lo desprecio o menosprecio,

porque al fin y al cabo yo merezco algo más y mejor.

La segunda forma de ver la vida es como don, todo lo vemos
como regalo, todo lo vemos como gratuidad, y entonces tenemos
sentimientos y razones para vivir agradecidos, porque sabemos
que se nos da más de lo que merecemos. Todo es gracia,
todo es don y la vida la percibimos más como deudores de ella,
debemos más a la vida de lo que nos pudiera deber.
Dios nos da más que lo que pueden alcanzar nuestros méritos.
Las relaciones con los demás, más que cobrar es como compartir.
Valoro más lo que se me da, que lo que yo puedo dar.
Busco manos vacías para llenarlas de lo que Dios gratuitamente
me ha dado, no quiero llenar las mías porque están demasiado
llenas, he recibido tanto, la vida ha sido generosa conmigo,

Dios me ha dado tanto...

Mirar así la vida nos hace brotar de nuestros labios: GRACIAS,
por el aire, por la vida , por la salud, por los amigos, por la paz
del corazón, por los fracasos, por las noches del alma, gracias
por todo, porque se bien que no se mueve la hoja del árbol
sin la voluntad de su Dueño. Y para el que ama,

todo le ayuda para su bien.

Démonos la oportunidad de vivir agradecidos, de vivir
enamorados, porque no importa cuáles sean nuestras
preguntas, la respuesta siempre habrá de ser la misma...
AMAR.

P. Idar Hidalgo 

13 mar 2014

Feliz Aniversario Santo Padre




Fuente: http://santamariadebaionadiocesistuy-vigo.blogspot.com.es/

Reflexión: La vida como un espejo

Imagen

Cuentan que una vez le preguntaron a Mahatma Gandhi cuáles eran los factores que destruyen al ser humano y les respondió así:
La Política sin principios, el Placer sin compromiso, la Riqueza sin trabajo, la Sabiduría sin carácter, los Negocios sin moral, la Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad.

La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente es enojona, si yo soy enojón; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.

La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí.

http://peque-semillitas.blogspot.com.ar/

8 mar 2014

Una frase para cada día de Cuaresma del Papa Francisco

El papa Francisco oficia la misa del Miércoles de Ceniza

1.Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza

2. La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama.

3. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias.

4. La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice San Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación.

5. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica.

6. ¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss).

7. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios

8. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre

9. Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.

10. Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres.

11. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo

12. A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas.

13. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual.

14. Frente a la miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad

15. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo.

16. No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado

17. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía!

18. ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud.

19. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso.

20. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.

21. El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual

22. Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza!

23. Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío

24. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre.

25. Este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico

26. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza.

27. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.

28. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal.

29. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas.

30. La miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente.

31. Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad.

32. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias.

33. Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados

34. Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros.

35. La riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria

36. Cuando Jesús nos invita a tomar su "yugo llevadero", nos invita a enriquecernos con esta "rica pobreza" y "pobre riqueza" suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano

37. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.

38. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual.

39. El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de San Pablo?


40. ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?

Fuente: http://www.javierleoz.org/

Cartel para imprimir Decálogo de Cuaresma para niños


Fuente: parroquialainmaculadavalladolid

4 mar 2014

Testimonio impresionante de Jim Caviezel (actor en "La Pasión")



Jim Caviezel, el actor que interpretó a Jesús en “La Pasión”, film producido y dirigido por Mel Gibson, da su impresionante testimonio.

Nuestro Obispo D. Luis visita a Nuestro Santo Padre Francisco


Discurso del Santo Padre Francisco a los obispos españoles

Queridos hermanos,
...
agradezco las palabras que me ha dirigido en nombre de todos el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, y que expresan vuestro firme propósito de servir fielmente al Pueblo de Dios que peregrina en España, donde arraigó muy pronto la Palabra de Dios, que ha dado frutos de concordia, cultura y santidad. Lo queréis resaltar de manera particular con la celebración del ya cercano V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, primera doctora de la Iglesia.

Ahora que estáis sufriendo la dura experiencia de la indiferencia de muchos bautizados y tenéis que hacer frente a una cultura mundana, que arrincona a Dios en la vida privada y lo excluye del ámbito público, conviene no olvidar vuestra historia. De ella aprendemos que la gracia divina nunca se extingue y que el Espíritu Santo continúa obrando en la realidad actual con generosidad. Fiémonos siempre de Él y de lo mucho que siembra en los corazones de quienes están encomendados a nuestros cuidados pastorales (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 68).

A los obispos se les confía la tarea de hacer germinar estas semillas con el anuncio valiente y veraz del evangelio, de cuidar con esmero su crecimiento con el ejemplo, la educación y la cercanía, de armonizarlas en el conjunto de la «viña del Señor», de la que nadie puede quedar excluido. Por eso, queridos hermanos, no ahorréis esfuerzos para abrir nuevos caminos al evangelio, que lleguen al corazón de todos, para que descubran lo que ya anida en su interior: a Cristo como amigo y hermano.
No será difícil encontrar estos caminos si vamos tras las huellas del Señor, que «no ha venido para que le sirvan, sino para servir» (Mc 10,45); que supo respetar con humildad los tiempos de Dios y, con paciencia, el proceso de maduración de cada persona, sin miedo a dar el primer paso para ir a su encuentro. Él nos enseña a escuchar a todos de corazón a corazón, con ternura y misericordia, y a buscar lo que verdaderamente une y sirve a la mutua edificación.

En esta búsqueda, es importante que el obispo no se sienta solo, ni crea estar solo, que sea consciente de que también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios. Especialmente sus colaboradores más directos, los sacerdotes, por su estrecho contacto con los fieles, con sus necesidades y desvelos cotidianos. También las personas consagradas, por su rica experiencia espiritual y su entrega misionera y apostólica en numerosos campos. Y los laicos, que desde las más variadas condiciones de vida y respectivas competencias llevan adelante el testimonio y la misión de la Iglesia (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 33).

Asimismo, el momento actual, en el que las mediaciones de la fe son cada vez más escasas y no faltan dificultades para su transmisión, exige poner a vuestras Iglesias en un verdadero estado de misión permanente, para llamar a quienes se han alejado y fortalecer la fe, especialmente en los niños. Para ello no dejéis de prestar una atención particular al proceso de iniciación a la vida cristiana. La fe no es una mera herencia cultural, sino un regalo, un don que nace del encuentro personal con Jesús y de la aceptación libre y gozosa de la nueva vida que nos ofrece. Esto requiere anuncio incesante y animación constante, para que el creyente sea coherente con la condición de hijo de Dios que ha recibido en el bautismo.

Despertar y avivar una fe sincera, favorece la preparación al matrimonio y el acompañamiento de las familias, cuya vocación es ser lugar nativo de convivencia en el amor, célula originaria de la sociedad, transmisora de vida e iglesia doméstica donde se fragua y se vive la fe. Una familia evangelizada es un valioso agente de evangelización, especialmente irradiando las maravillas que Dios ha obrado en ella. Además, al ser por su naturaleza ámbito de generosidad, promoverá el nacimiento de vocaciones al seguimiento del Señor en el sacerdocio o la vida consagrada.
El año pasado publicasteis el documento «Vocaciones sacerdotales para el siglo XXI», señalando así el interés de vuestras Iglesias particulares en la pastoral vocacional. Es un aspecto que un obispo debe poner en su corazón como absolutamente prioritario, llevándolo a la oración, insistiendo en la selección de los candidatos y preparando equipos de buenos formadores y profesores competentes.

Finalmente, quisiera subrayar que el amor y el servicio a los pobres es signo del Reino de Dios que Jesús vino a traer (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 48). Sé bien que, en estos últimos años, precisamente vuestra Caritas – y también otras obras benéficas de la Iglesia – han merecido gran reconocimiento, de creyentes y no creyentes. Me alegra mucho, y pido al Señor que esto sea motivo de acercamiento a la fuente de la caridad, a Cristo que «pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos» (Hch 10,38); y también a su Iglesia, que es madre y nunca puede olvidar a sus hijos más desfavorecidos. Os invito, pues, a manifestar aprecio y a mostraros cercanos a cuantos ponen sus talentos y sus manos al servicio del «programa del Buen Samaritano, el programa de Jesús» (Benedicto XVI, Enc. Deus caritas est, 31b).

Queridos hermanos, ahora que estáis reunidos en la Visita ad limina para manifestar los lazos de comunión con el Obispo de Roma (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 22), deseo agradeceros de todo corazón vuestro servicio al santo pueblo fiel de Dios. Seguid adelante con esperanza. Poneos al frente de la renovación espiritual y misionera de vuestras Iglesias particulares, como hermanos y pastores de vuestros fieles, y también de los que no lo son, o lo han olvidado. Para ello, os será de gran ayuda la colaboración franca y fraterna en el seno de la Conferencia Episcopal, así como el apoyo recíproco y solícito en la búsqueda de las formas más adecuadas de actuar.

Os pido, por favor, que llevéis a los queridos hijos de España un especial saludo del Papa, que los confía a los maternos cuidados de la Santísima Virgen María, les suplica que recen por él y les imparte su Bendición.

Foto: Papa Francisco: Familia y vocaciones

Discurso del Santo Padre Francisco a los obispos españoles

Queridos hermanos,

agradezco las palabras que me ha dirigido en nombre de todos el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, y que expresan vuestro firme propósito de servir fielmente al Pueblo de Dios que peregrina en España, donde arraigó muy pronto la Palabra de Dios, que ha dado frutos de concordia, cultura y santidad. Lo queréis resaltar de manera particular con la celebración del ya cercano V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, primera doctora de la Iglesia.

Ahora que estáis sufriendo la dura experiencia de la indiferencia de muchos bautizados y tenéis que hacer frente a una cultura mundana, que arrincona a Dios en la vida privada y lo excluye del ámbito público, conviene no olvidar vuestra historia. De ella aprendemos que la gracia divina nunca se extingue y que el Espíritu Santo continúa obrando en la realidad actual con generosidad. Fiémonos siempre de Él y de lo mucho que siembra en los corazones de quienes están encomendados a nuestros cuidados pastorales (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 68).

A los obispos se les confía la tarea de hacer germinar estas semillas con el anuncio valiente y veraz del evangelio, de cuidar con esmero su crecimiento con el ejemplo, la educación y la cercanía, de armonizarlas en el conjunto de la «viña del Señor», de la que nadie puede quedar excluido. Por eso, queridos hermanos, no ahorréis esfuerzos para abrir nuevos caminos al evangelio, que lleguen al corazón de todos, para que descubran lo que ya anida en su interior: a Cristo como amigo y hermano.
No será difícil encontrar estos caminos si vamos tras las huellas del Señor, que «no ha venido para que le sirvan, sino para servir» (Mc 10,45); que supo respetar con humildad los tiempos de Dios y, con paciencia, el proceso de maduración de cada persona, sin miedo a dar el primer paso para ir a su encuentro. Él nos enseña a escuchar a todos de corazón a corazón, con ternura y misericordia, y a buscar lo que verdaderamente une y sirve a la mutua edificación.

En esta búsqueda, es importante que el obispo no se sienta solo, ni crea estar solo, que sea consciente de que también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios. Especialmente sus colaboradores más directos, los sacerdotes, por su estrecho contacto con los fieles, con sus necesidades y desvelos cotidianos. También las personas consagradas, por su rica experiencia espiritual y su entrega misionera y apostólica en numerosos campos. Y los laicos, que desde las más variadas condiciones de vida y respectivas competencias llevan adelante el testimonio y la misión de la Iglesia (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 33).

Asimismo, el momento actual, en el que las mediaciones de la fe son cada vez más escasas y no faltan dificultades para su transmisión, exige poner a vuestras Iglesias en un verdadero estado de misión permanente, para llamar a quienes se han alejado y fortalecer la fe, especialmente en los niños. Para ello no dejéis de prestar una atención particular al proceso de iniciación a la vida cristiana. La fe no es una mera herencia cultural, sino un regalo, un don que nace del encuentro personal con Jesús y de la aceptación libre y gozosa de la nueva vida que nos ofrece. Esto requiere anuncio incesante y animación constante, para que el creyente sea coherente con la condición de hijo de Dios que ha recibido en el bautismo.

Despertar y avivar una fe sincera, favorece la preparación al matrimonio y el acompañamiento de las familias, cuya vocación es ser lugar nativo de convivencia en el amor, célula originaria de la sociedad, transmisora de vida e iglesia doméstica donde se fragua y se vive la fe. Una familia evangelizada es un valioso agente de evangelización, especialmente irradiando las maravillas que Dios ha obrado en ella. Además, al ser por su naturaleza ámbito de generosidad, promoverá el nacimiento de vocaciones al seguimiento del Señor en el sacerdocio o la vida consagrada.
El año pasado publicasteis el documento «Vocaciones sacerdotales para el siglo XXI», señalando así el interés de vuestras Iglesias particulares en la pastoral vocacional. Es un aspecto que un obispo debe poner en su corazón como absolutamente prioritario, llevándolo a la oración, insistiendo en la selección de los candidatos y preparando equipos de buenos formadores y profesores competentes.

Finalmente, quisiera subrayar que el amor y el servicio a los pobres es signo del Reino de Dios que Jesús vino a traer (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 48). Sé bien que, en estos últimos años, precisamente vuestra Caritas – y también otras obras benéficas de la Iglesia – han merecido gran reconocimiento, de creyentes y no creyentes. Me alegra mucho, y pido al Señor que esto sea motivo de acercamiento a la fuente de la caridad, a Cristo que «pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos» (Hch 10,38); y también a su Iglesia, que es madre y nunca puede olvidar a sus hijos más desfavorecidos. Os invito, pues, a manifestar aprecio y a mostraros cercanos a cuantos ponen sus talentos y sus manos al servicio del «programa del Buen Samaritano, el programa de Jesús» (Benedicto XVI, Enc. Deus caritas est, 31b).
Queridos hermanos, ahora que estáis reunidos en la Visita ad limina para manifestar los lazos de comunión con el Obispo de Roma (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 22), deseo agradeceros de todo corazón vuestro servicio al santo pueblo fiel de Dios. Seguid adelante con esperanza. Poneos al frente de la renovación espiritual y misionera de vuestras Iglesias particulares, como hermanos y pastores de vuestros fieles, y también de los que no lo son, o lo han olvidado. Para ello, os será de gran ayuda la colaboración franca y fraterna en el seno de la Conferencia Episcopal, así como el apoyo recíproco y solícito en la búsqueda de las formas más adecuadas de actuar.

Os pido, por favor, que llevéis a los queridos hijos de España un especial saludo del Papa, que los confía a los maternos cuidados de la Santísima Virgen María, les suplica que recen por él y les imparte su Bendición.

Nuestro Santo Padre Francisco
Nuestro Obispo D. Luis
y D. Jesús

Fuente: https://www.facebook.com/pages/Diocesis-Tui-Vigo/
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